Y aquí estoy de nuevo, hace unos
días comenté por twitter que ayer me iba a hacer una prueba, de la cual no
tenía ni idea de que era, porque se lo dijeron a mi padre, y me dijo que
simplemente era un análisis, pero sinceramente estaba asustada porque no sabía
si me lo decía por tranquilizarme o porque realmente era verdad.
Ayer a las 9, ya estaba yo en
ayunas en mi hospital, cuando vi a mi tía imaginé que sí sería un análisis,
porque siempre es ella la que me los hace por el tema de que tengo las venas
muy complicadas. Esta semana todos los neurólogos del hospital, excepto la más
reciente, están de congreso, así que ahí estamos, mi tía, mi padre y yo entre
las paredes de la consulta que tan acostumbrada estoy a ver ya. Entonces mi tía
me explica que es un análisis que envían a Copenhague, si no me equivoco, para
determinar la presencia de un virus o algo así para saber si mi cuerpo acepta
un tratamiento durante un determinado tiempo, pero dado que lo realiza una
empresa privada, era preciso ese día. Así que ahí estoy yo, sentada en la
silla, con el brazo extendido encima de la mesa esperando el pinchazo. Como ya
he dicho antes, mis venas son excesivamente difíciles y no tratables por todo
el mundo, son demasiado finas y realmente cuesta encontrarlas (aún siguen
utilizando conmigo la aguja de niños, así que supongo que entenderéis un poco
mi situación jaja). Cuando por fin tengo la primera lista para que me pueda pinchar, mete la aguja, y mi vena desaparece
como por arte de magia, ¡ni rastro de ella! Así que toca buscar la siguiente,
nuevamente estoy lista para que me pinchen, y nada, lo mismo que antes, la
aguja dentro y la vena perdida, supongo que esto debe de ser un poco frustrante.
Mi tía al final se lo toma a risa, y me hace un poco la burla diciéndome que
espera que nunca me toque alguien tan complicado como yo, me explica que su
límite son dos veces, así que llama a laboratorio para que me hagan la
extracción allí, y de paso adelantarme el análisis del día 10 dado mi problema
de venas. Nada, en el laboratorio dicen que sí, así que a cambiar de lugar.
Allí conozco a un señor aún más problemático que yo, que ya es decir bastante,
que aún les está resultando más difícil pincharle. Cuando terminan con el
señor, me siento en la silla, vuelvo a extender el brazo y nuevamente a buscar
venas, cosa que me pone muy nerviosa la verdad, pero en fin, creen que ya la
tienen, así que toca intentarlo, y por suerte está ya es la correcta, tanto que
ha costado, y ¡mira si corre al salir!
Muy graciosa la experiencia, voy
conociendo más partes del hospital, y además realizó prácticas adelantadas
porque mi tía intenta explicarme como pinchar, así que una prueba fructífera. Ya
me han dicho, que mejor que no intente donar sangre, por mi bien, y sobre todo,
¡por el de las enfermeras que me tengan que pinchar!
Supongo que podéis notar que
intento tomarme las cosas con bastante humor, al menos, que “mis penas” por
llamarlo de alguna manera, puedan resultar graciosas a los demás. Como siempre,
mucha suerte a todos y seguiré contándoos cosas y ya os diré el resultado de la prueba!
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