Últimamente estoy más deportista que nunca, así que después del último post sobre el ejercicio
físico hoy os quiero contar mi primera experiencia escalando. La verdad es que
siempre me había considerado una persona un tanto miedica respecto a las
alturas, pero visto lo visto… ¡Todo se puede superar!
Hace un par de semanas hice un trato con mi
compañero de piso, el salía de fiesta conmigo si a cambio yo iba a escalar un
día, así que acepte. Él cumplió su parte, así que me tocaba a mí cumplir la mía,
justo ese fin de semana estaba lloviendo, por lo que tuvimos que retrasarlo, y
ahora, con la llegada del buen tiempo a Portugal, ya no había excusa que
valiese.
La cuestión es que ayer sábado, decidimos
pasar la tarde en la zona habilitada para escalar en el rio Corgo (afluente del
Duero), y os puedo decir que fue una de las experiencias más gratificantes que
he podido experimentar.
Ya no sólo por lo bien que se siente una
persona después de hacer deporte, si no por las muchas cosas que te puede
aportar un deporte de riesgo como es este, debo decir que ayer mi felicidad fue
máxima.
Empezamos la tarde con una ruta rocosa que
tendría unos 4/5 metros de altura, que oye, para ser la primera vez que escalaba,
ya era mucho, subir fue medianamente fácil, pero bajar… Debo decir que tienes
que confiar mucho en la persona que te está asegurando bajo, en mi caso, después de 8 meses conviviendo con él y
sabiendo su alto nivel de escalada, podía estar tranquila, sabía que no me iba
a pasar nada, así que tras unos minutillos para pensar, me decidí a ello y… ¡a
bajar se ha dicho!
Fuimos aumentando progresivamente el nivel,
pasamos a una segunda ruta de 10 metros, hasta terminar en una de 15 metros. Como
suelo decir, muchas veces pensamos que ya no nos quedan fuerzas, pero
desconocemos que en el lugar más recóndito de nuestro cuerpo, aun quedan unas
pocas, así que en esta última pared me toco sacarlas a mí. Yo ya no encontraba
puntos de apoyo donde meter los pies entre las rocas ni fuerza en mis brazos
para ayudarme a escalar, pero gracias a mi compañero conseguí todo un reto de
superación, pues al escalar no sólo mejoras en fuerza, si no en destreza,
habilidad, equilibrio, coordinación… Y lo más importante, confianza, tanto en
uno mismo como en tu compañero, es un SÍ SE PUEDE continuo.
En definitiva, la moraleja de mi historia a la
hora de escalar:
- No rendirse nunca como paso más que importante.
- Confiar en uno mismo, porque SÍ SE PUEDE.
- Confiar en los demás, pues muchas veces un poco de ayuda siempre viene bien.
- Una enfermedad nunca debe limitarnos, debemos adaptarnos a ella y saber cuál es el mejor momento para hacer cada cosa.
- Cuando tengas que decir NO, dilo, pero nunca anticipes está respuesta, siempre inténtalo.
Saludos :)
Me ha gustado! yo soy muy miedica para lo de la escalada pero me encanta el senderismo por la montaña;y me has dejado ganas de intentar algo de escalada :)
ResponderEliminarUn abrazo, Cleo
Te lo recomiendo 100%, si tienes oportunidad, ni lo dudes, es tan reconfortante ver lo que somos capaces de hacer... Te prometo que cuando me vi allí arriba solo podía decir "¿En serio esto lo he hecho yo? Espero que me cuentes tu experiencia si finalmente te decides!
EliminarAbrazos, Majo.
Me ha gustado! yo soy muy miedica para lo de la escalada pero me encanta el senderismo por la montaña;y me has dejado ganas de intentar algo de escalada :)
ResponderEliminarUn abrazo, Cleo